Como en la cárcel, pero en el subte: Sin la Policía de la Ciudad, dos involucionados ajustaron cuentas a los navajazos

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¿Por qué dos vendedores ambulantes suben con armas blancas al tren subterráneo de Buenos Aires?, ¿Por qué son los pasajeros y trabajadores de la concesionaria los que intentan mediar y no la Policía de la Ciudad? Preguntas que no tienen respuestas en medio de una creciente violencia que puede resultar en un trágico desenlace.

Las imágenes de dos sujetos en pleno ritual tumbero, a punto de acuchillarse, son incomprensibles. Sucedió en la estación Constitución de la Linea C, donde dos personajes desenfundaron sus cortaplumas y afilándolos cual presidiarios, amenazaron con un duelo mortal.

“No se meta don que lo van a lastimar”, advertía una mujer que arengaba la pelea frente a la mirada habituada de los usuarios del metro.

Con las mochilas de escudo, los gladiadores del subdesarrollo estuvieron a nada de lesionarse, mientras la gente reclamaba la presencia de la Policía. Nunca apareció un solo efectivo de la fuerza que depende del ministerio de Waldo Wolff.

Finalmente fueron los empleados de la concesionaria del subte los que intervinieron para evitar el baño de sangre.

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